domingo, 25 de agosto de 2013

Películas de contraste. Mujer contra mujer. (2 de 2)

Recién terminado mi post sobre Si las paredes hablasen, paso ahora a hablar de su segunda parte.

Como dije anteriormente, la segunda entrega de esta mini serie para televisión de HBO es bastante más interesante y entretenida que su predecesora, si bien se estrenó cuatro años después y su temática es completamente distinta.

If these walls could talk 2, traducida en España como Mujer contra mujer, fue, al igual que la primera entrega de esta curiosa saga, bastante premiada. La mayor parte de las nominaciones y premios fueron a parar a su cuidado y acertado casting, aunque Vanessa Redgrave dio la campanada, obteniendo un Emmy y un Globo de Oro por su actuación en esta cinta.

De nuevo, se nos cuentan tres historias en diferentes décadas, los sesenta, los setenta y el año dos mil. Solo que en este caso el hilo conductor de todas ellas es mostrarnos la vida de una pareja de mujeres en cada época, y los problemas que deben afrontar por su condición.

En la primera historia, Edith (Vanessa Redgrave) y Abby (Marian Seldes) son una pareja de lesbianas que lleva la mayor parte de su vida viviendo en una casita, ocultando su condición a todos sus vecinos, que las tratan como dos simpáticas señoras solteronas. Una noche, tras asistir al cine -a ver La calumnia, por cierto- Abby se rompe una cadera y cae desde la escalera del jardín. Rápidamente es trasladada al hospital, donde Edith espera impaciente el resultado de su operación. Allí se encuentra con una mujer que ha ido con su marido, quien acaba de sufrir un infarto y está muy grave. Edith siente envidia por no poder mostrar sus sentimientos de la misma forma, puesto que sólo es "una amiga de la paciente". Al no ser un familiar directo, no puede entrar a verla, y los médicos la ignoran cuando han de comunicar la muerte de Abby, a pesar de que Edith ha pasado toda la noche en el hospital.

Una vez vuelve a casa, no terminan los problemas. Un sobrino de Abby, único familiar al que Edith puede acudir, visita la casa con su esposa y su hija, y decide que, al estar la propiedad a nombre de la difunta, Edith no tiene más remedio que abandonar su hogar y buscarse otro sitio donde vivir. De hecho, ni siquiera puede conservar la mayoría de sus recuerdos, que quedan a cargo de la "única" familia de Abby.

Tras esta triste historia, saltamos a los años setenta. Un grupo de jóvenes lesbianas, universitarias y feministas, vive en una casa de alquiler y participa activamente en las protestas del campus. Todo se complica cuando las tres amigas son expulsadas del grupo feminista que ellas mismas han formado, porque los demás colectivos de izquierdas no admiten las protestas homosexuales entre sus filas.


Para desquitarse, las chicas deciden salir a dar unas vuelta, y van a un bar de ambiente lésbico. A la mayoría, el garito les parece más bien sórdido, puesto que se trata de un lugar en el que algunas mujeres visten y actúan como hombres, y se comportan como en una sala de fiestas de los años cincuenta. Se baila agarrado, se bebe en mesitas, y las señoras toman una copa, conversan o intentan ligar. Desde luego, no es un sitio en el que haya mucha juerga. Sin embargo, Linda (Michelle Williams) parece sentirse a gusto en el local, y conoce a Amy (Chloë Sevigny), una chica que viste de hombre y conduce una flamante motocicleta.

Tras la primera cita, Linda descubre que las chicas heterosexuales no son su único problema. Sus amigas y
compañeras de piso critican a Amy por vestir como un hombre, y aceptar las premisas de los roles sociales. En realidad, Amy no se siente el hombre de la relación ni nada de eso. Simplemente, está cómoda vistiendo de ese modo, y viviendo de una forma más marginal. Las jóvenes activistas, sin embargo, fijan sus miradas en ella de forma prejuiciosa, lo cual nos lleva a la reflexión final. A pesar de que se estén reivindicando una serie de derechos y de que todas las mujeres lesbianas parecen protestar con una sola voz, aún existen prejuicios, incluso entre las propias lesbianas, que las hacen casi tan cerradas de mente como esas chicas del grupo que las critica.

En este caso, la historia termina felizmente, puesto que Linda, la más abierta de todas, decide comenzar una relación con Amy. La escena final de las dos jóvenes besándose, mientras un vecino curioso observa de forma indiscreta, es bastante divertida. Linda y Amy gritan al vecino, entre risas: "Bueno, ya está bien. ¡Es hora de que las lesbianas se vayan a dormir!", y entran en casa felices por no tener que ocultar nada a nadie ni dar explicaciones.

De esta forma, pasamos a la última historia, de nuevo la más floja de las tres -hasta en esto coincide la estructura de las dos películas-. Fran (Sharon Stone) y Kal (Ellen DeGeneres) son una pareja que quiere tener hijos. Después de buscar y seguir buscando por todas partes, encuentran una clínica en la que Fran puede ser inseminada. A pesar de las múltiples pruebas y tratamientos, el tono de comedia de esta última pieza -dato curioso: está dirigida por Anne Heche, que ya nos salió en la anterior película y que, a la postre, era la pareja de Ellen por aquellos años- hace que, tanto la búsqueda de esperma -"I've got sperm!" grita DeGeneres cargando con un enorme bidón-, como su implantación y las conversaciones trascendentales que se marca la pareja sentada en el capó del coche mientras observan a los niños de una guardería, se hagan mucho más llevaderas, además de aportar un nuevo final feliz, cuando Kal y Fran terminan bailando en el cuarto de baño, porque al fin la segunda ha logrado quedarse embarazada.

En fin, que la película termina felizmente, tratando de dejar un mensaje optimista, y resaltando los logros obtenidos por el colectivo gay a través de las décadas. Sin embargo, recalco que esta historia es la más floja de las tres, puesto que, realmente, no cuenta nada especial, salvo la celebración por el cambio de la situación y una ligera reflexión sobre todo lo que aún debe cambiar en la sociedad.

A pesar de todo, la película resulta interesante y emotiva. Las actrices están espléndidas, y los puntos de vista que aparecen son amplios y profundos. En resumen, una cinta perfecta, de sólo una hora y media de duración -como la anterior, debo decir-, que se puede ver no sólo de madrugada, sino a cualquier hora.

Para quien quiera hacerse un maratón con los dos filmes, dejo enlace de esta segunda también. Que lo disfrutéis.



http://www.youtube.com/watch?v=L0Ax8aeXZrA


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