jueves, 6 de junio de 2013

Libros perturbadores: Los libertadores

Como persona que intenta avanzar en medio de una tesis doctoral, sé perfectamente que, en muchas ocasiones, el investigador se lanza a la piscina de cualquier tema, por desconocido o extraño que pueda parecer, sin tener ni idea de hacia dónde va a llevarle cada uno de los múltiples hilos de Ariadna que pueblan nuestra propia vida. Algunos de esos hilos te traen luz y te sacan del laberinto; otros, sin embargo, te hunden mucho más en las profundidades de sus altos e inexpugnables setos. Y otros, del género burlón, sólo sirven para tenerte entretenida y poder volver, cagándote en todo, al mismo punto en el que los cogiste.

Sin embargo, existen momentos en los que no eres tú quien necesariamente tiene que ahondar en un tema de forma más o menos infructuosa, sino que son los propios temas los que te buscan y, las más de las veces, te acaban encontrando completamente desprevenida.

Algo parecido fue lo que me aconteció hará unos meses, cuando buscaba un buen libro de lectura para mis alumnos. Suena un tanto absurdo; pero es más complicado de lo que parece. En un momento en que parecía que me iba a quedar un par de años sentada, contando una por una las flores que se abrían en los agrios setos del laberinto, mi jefe de departamento me tiró una madeja de hilo en forma de una novela posapocalíptica totalmente desconocida.

Se trata de una novela de Gerardo López Laguna, escritor que ya había publicado anteriormente otros libros ensayísticos sobre diversos temas, la mayoría relacionados con la religión y la sociedad actual. Los libertadores, por tanto, es su primera -y que yo sepa, única- incursión en la ficción literaria.

La obra, como ya he comentado, nos sitúa en un futuro posapocalíptico, en el cual se han producido grandes migraciones que han ocasionado una inusual mezcolanza de credos y razas. Por poner un ejemplo, las diferentes tribus americanas, cansadas de las innumerables guerras civiles que asolan su continente, deciden peregrinar hacia Europa, asentándose muchas de ellas en la península ibérica. Por lo demás, la humanidad sobrevive al más puro estilo medieval, estableciéndose en aldeas, caseríos o pequeños asentamientos. Sólo en el norte de Europa parece que se conservan vestigios de la civilización anterior, puesto que existe la electricidad, poseen vehículos a motor, y se rumorea que los habitantes de la zona pueden comunicarse a larga distancia.

En este contexto, una de las lacras que más afectan a la sociedad es el esclavismo. Cientos de personas son "cazadas" en todo el mundo, para posteriormente ser vendidas y confinadas en minas o burdeles, creando un ambiente hostil y temible, que hace que muchas aldeas den a varios de sus vecinos como tributo a los cazadores de esclavos, con tal de que sus poblaciones no sean arrasadas.

Así las cosas, centrémonos ya en la trama principal. El padre Ángelo es un sacerdote católico que recibe de su obispo la misión de fundar un pequeño asentamiento para albergar a niños abandonados. Con el paso de los años, chicos y chicas de diversas edades conviven en armonía, dedicándose a la caza, la pesca o la agricultura, mientras el padre Ángelo se encarga de su formación en todos los sentidos.

Un buen día, dos de los muchachos, Iván y Bo, se encuentran pescando en el río, y son atacados por una partida de mercenarios cazadores de esclavos. Los mercaderes consiguen llevarse a Bo, e Iván escapa a la carrera, para dar la alarma a sus hermanos sobre lo sucedido. A partir de ese momento, la gran familia se dividirá en dos, siendo los niños más pequeños enviados al monasterio de Lourdes, y el padre Ángelo y los muchachos más mayores, los encargados de liberar a Bo y a todos sus compañeros de encierro.

En este punto, sin embargo, debo decir que parte de la trama resulta un tanto decepcionante. En un principio, pensé que el autor nos mostraría el viaje por separado de los dos grupos, lo cual no sucede en ningún momento, dejándonos únicamente con la expedición de " los libertadores". Otro tanto sucede con la escena en que la banda de mercenarios ataca una aldea musulmana cercana a Burdeos, de donde escapan varias barcas con rumbo desconocido. En contra de las expectativas del lector, nada se narra sobre este particular. 

Así pues, sólo podemos centrarnos en las vicisitudes del padre Ángelo y sus jóvenes pupilos, que, rápidamente -quizá demasiado, en mi opinión- logran rescatar a Bo y sus amigos con ayuda de unos gitanos romaníes. Esto supone un importante giro de trama, puesto que el de nuevo ingenuo lector posmoderno que cree sabérselas todas, se encuentra con una nueva sorpresa.



Uno de los más importantes personajes de toda esta historia es el Sire, líder del grupo mercenario esclavista. Siendo uno de esos villanos ridículos en ocasiones, y un tanto histriónico, el Sire es un perfecto contrapunto para los personajes protagonistas. Tiene un camión y armas, y ciertos aires de grandeza que no cuadran en absoluto con la visión que sus propios subordinados tienen de él. Suele mostrarse bastante despectivo con todas las religiones, a pesar de ser sumamente supersticioso, puesto que tiene miedo de los gitanos porque piensa que hacen brujería, y mantiene tratos con un supuesto mago negro, al que entrega humanos vivos en sacrificio cuando necesita llevar a cabo cualquier tipo de empresa difícil. Este curioso y contradictorio personaje, lleno de orgullo, rencor, y unas ideas "neoliberales" más atrofiadas de lo normal sobre el concepto de la propiedad privada, decide perseguir a los esclavos fugitivos para matarlos. En contra de lo que se podría pensar, el resto del libro no resulta sólo una sucesión de persecuciones hasta la meta final. 

En un arrebato de inspiración, el padre Ángelo decide que el ejemplo de sus muchachos puede encender la chispa de la rebelión contra la esclavitud. En lugar de huir de incógnito por caminos poco transitados, los chicos y el sacerdote entran en las aldeas para relatar su historia e intentar cambiar la mentalidad de la gente. De esta forma, el Sire tiene muchos problemas para seguir su pista, puesto que los pueblos que no hacen caso de los consejos de Los libertadores le ayudan en sus pesquisas; pero en las zonas rebeldes, suele encontrarse con silencio e informaciones falsas o contradictorias.

No revelaré el final de la historia, puesto que no estaría nada bien, por si a alguien le apetece acercarse a ella, así que paso a otros aspectos. Hay que reconocer que a veces el autor comete fallos de estilo, y que la edición presenta algunas erratas. En otras ocasiones, considero que las acciones cruciales se narran de manera un tanto rápida, mientras que, a veces, el autor se detiene a describir acciones de muy poca importancia, lo cual desluce un poco el conjunto y resulta un tanto aburrido.

Sin embargo, las diversas mezcolanzas del mundo futuro neomedieval no chirrían demasiado. Gerardo López plantea ciudades islámicas de nombre árabe en pena Francia, monasterios en mitad de la  naturaleza por donde los judíos pasan para su última diáspora, razas híbridas de animales, como los cabúfalos (caballos con cabeza de búfalo) o los sauriones (perros modificados genéticamente para aumentar su instinto depredador y disminuir sus capacidades cognitivas), etc.

Asimismo, destaca la idea de la espiritualidad por encima de la religión, puesto que muchos de los personajes son musulmanes, cristianos o judíos. Otros, son ateos o creyentes en las ciencias ocultas, y otros se convierten al cristianismo, el cual se supone, como los demás credos monoteístas, un culto minoritario y casi perdido con el paso del tiempo.

Al principio de este post decía que, a veces, son los temas los que te buscan. Hace ya un tiempo que escribí sobre el padre Fortea y sus novelas de la era del Apocalipsis, -y más tarde sobre Dune y la ciencia ficción-. Me resulta curioso toparme de nuevo con un libro sobre el futuro, escrito desde el punto de vista de un católico creyente. Se da la circunstancia, además, de que ambos escritores resultan un tanto flojos en cuanto a estilo; pero sin duda, y a pesar de que la novela de aventuras "a lo divino" que presenta Gerardo López es entretenida y bastante amena, el mejor es Fortea, aunque presenta un relato más depresivo, pero mucho más maduro, en el que el punto de vista del cristianismo queda omitido por completo, dando paso al desarrollo de la trama, lo cual supone un trasfondo mucho más impactante y de mayor interés. Pero eso es otra historia, y debo decir que Los libertadores es una novela juvenil entretenida, que aunque aburre un poco a ratos y evidencia un par de flecos descolgados y unos giros de trama que hacen decaer un pelín el ritmo del argumento, puede resultar atractiva para jóvenes a los que les gusten las novelas fantásticas y de viajes. He de decir también, que a la mayoría de mis alumnos les gustó, lo cual ya es difícil. A pesar de los tiempos de Crepúsculo y Juegos del hambre que corremos, el lector adolescente no es estúpido, y puede mantener un criterio más firme, incluso, que el público adulto.  

En cuento a mí, quién sabe. Quizás a la larga me acabe haciendo especialista de novela fantástica cristiana -si es que ya existe una etiqueta así de rocambolesca para este tipo de obras-. De momento, me conformo con leerlas, a ver si me siento perturbada la próxima vez que salgan a mi encuentro.


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